Exportación de aceites y Estado teflón

Lo ocurrido este mes pone en evidencia el carácter rentista del Estado. Por problemas de abastecimiento y precios del aceite, el gobierno de Bolivia decidió insólitamente prohibir su exportación. Como los ingresos fiscales dependen sólo marginalmente de los impuestos que genera la industria del aceite, las autoridades estatales no tomaron en cuenta el impacto que su decisión podría tener en los productores de aceite, soya, sorgo, maíz, algodón o girasol, ni en los empresarios que invirtieron en el rubro, ni en los trabajadores que dependen de él.

Este comportamiento, aparentemente absurdo, resulta perfectamente lógico cuando se recuerda que el financiamiento del Estado en Bolivia no depende de la riqueza que la gente genera, sino de la que se encuentra en la naturaleza. Es un aspecto común a la mayor parte de los países con abundantes recursos naturales, donde se vive un contraste similar de abundancia y pobreza, mucha riqueza y poco crecimiento. En la medida en que el Estado no depende de los impuestos, se desentiende de la suerte económica que tengan los trabajadores y empresarios, es indiferente a ellos, a sus actividades de producción, inversión y trabajo. Se recubre del teflón de las rentas, gasíferas en nuestro caso.

Controlar las rentas naturales hace que la economía fiscal se vuelva indiferente a los avatares de la economía nacional, es decir, sea insensible a los problemas de los bolivianos en su calidad de consumidores o productores. En esas condiciones, los agentes económicos no tienen otro camino que actuar en las esferas política o social, donde las autoridades sí son más sensibles. Es así que el carácter rentista del Estado se contagia a la sociedad, induciendo también comportamientos rentistas en la gente, es decir, obligándola a agruparse y presionar para defender su interés económico en la política o en las calles. Desaparecen los incentivos para producir y trabajar y aparecen los incentivos a la lucha política y social, porque ella permite en definitiva capturar una parte de las rentas naturales. Los aceiteros, soyeros y campesinos, además de los comerciantes y transportistas que intervienen en esta “cadena productiva” no tienen ahora otra alternativa que salir a las calles… y asi seguimos.

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