¿Someterse o no a la ley?

En el discurso inaugural del Congreso del Movimiento al Socialismo que se realiza en Montero, el Presidente Evo Morales ha expresado nuevamente su menosprecio a las leyes del país, atribuyéndoles un rol obstaculizador de la gestión política.A poco de comenzar su gestión confesó que “cuando algún jurista me dice: Evo, te estás equivocando jurídicamente, yo le meto nomás. Después les digo a los abogados: si es ilegal, legalicen ustedes, ¿para qué han estudiado?”. Ahora ha enfatizado que los proyectos deben partir de las bases y que “si vamos a estar toda la vida sometidos a la ley, no se puede hacer casi nada”.
La primera frase fue pronunciada a poco de comenzar su primer mandato y, si bien causó polémica, parecía comprensible en un momento en el que se planteaba la reforma total de la Constitución y, por tanto, del vértice superior del sistema jurídico del país. Pero dicha durante su tercer mandato y en medio de un debate sobre si deben respetarse las normas que prohíben una nueva postulación, la frase adquiere un sentido más fuerte. Parece sugerir que no hay norma jurídica que merezca ser respetada, ni siquiera las impuestas por su aplastante mayoría. Esto es preocupante ya que la democracia, si bien descansa en la voluntad popular, solamente tiene sentido si los poderes públicos se subordinan a las leyes y son limitados por lo que ellas permiten. Como dijera Franz Tamayo, “la única servidumbre que no mancha, es la servidumbre a la ley”.
Lo interesante del caso es que la población boliviana se encuentra ahora más cerca de la posición de Tamayo que de la que ostenta el Presidente Morales.
En la encuesta del Foro Regional aplicada hace algunas semanas en el eje urbano nacional, casi el 73% de los mayores de 18 años dijo que lo más importante para el país es “que se cumplan las leyes, aunque no le gusten a la gente”, como lo sostendría Tamayo. Y solamente el 27% apoyaría a Morales señalando que en el país es mejor “que se haga lo que el pueblo dice aunque no sea legal”, que es la posición reflejada de alguna manera en las ideas planteadas por el Presidente Morales.
El “tamayismo” por lo tanto es ampliamente mayoritario en el electorado urbano nacional y las diferencias son muy pequeñas entre hombres y mujeres. Desde el punto de vista territorial, en Santa Cruz parece haber más apoyo a la consideración de las leyes como un estorbo, pero incluso en esa área metropolitana son dos tercios de la población los que apoyan el respeto absoluto a las leyes.
Y desde el punto de vista de la edad y de la educación se presenta el mensaje más fuerte e interesante. El “tamayismo” aumenta con la educación, llegando a casi el 82% de los que han alcanzado una formación profesional, y también es mayor en la juventud. Este dato es novedoso pues suele asociarse la improvisación y el impulso a la juventud. Al parecer, la incertidumbre jurídica propuesta por el jefe del Estado Plurinacional cuenta con menos adherentes en las nuevas generaciones, aunque, como se ha visto, es repudiada por grandes mayorías cualquiera que sea la clasificación que se haga de los grupos poblacionales.
Al parecer, Franz Tamayo es algo más que ese ícono cultural que ilustra el billete de más alta denominación, y encarna una idea de gran actualidad y, sobre todo, mucha popularidad: el respeto a la ley

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