De Superman al Quijote

Era una mañana de domingo, o tal vez sábado, cuando entré por primera vez al Museo de Historia Americana en Washington DC. Era un día fresco y soleado y caminaba sin rumbo por el centro cívico de esa ciudad cuando vi la puerta y el letrero. La curiosidad me jaló hacia adentro. Me encontré de pronto, sorprendido, en una sala dedicada a Superman. ¿Qué era esto? Yo esperaba, lógicamente, encontrarme con los Washington, Lincoln, Franklin, Madison, Luther King y Kenedy… pero ¿Superman?

Por supuesto, más allá estaba el espacio dedicado a Batman. Las revistas de historietas, disfraces, las capas, los acompañantes, los superamigos. Me reía de ese enorme triunfo de la ficción, que había logrado incorporar a Superman en el Museo de Historia cuando recordé haber visto muchos monumentos al Quijote, y no sólo en España. ¿No es el Quijote un personaje de ficción como Superman? ¡Qué cosa extraña! ¿Allá también se rindieron a la imaginación, hasta el punto de aceptar como reales a personajes que solamente existieron en relatos inventados? De pronto recordé una gran avenida en Cochabamba, nominada como Juan de la Rosa. Sí, nosotros también habíamos incorporado en nuestra realidad al personaje de la novela de Nataniel Aguirre, dándole en una avenida la misma “jerarquía” simbólica que a Simón Bolívar, Ladislao Cabrera o José Miguel Lanza. Si Juan de la Rosa puede ser un héroe de nuestra historia y el Quijote de la española, ¿por qué no podría serlo Superman de la estadounidense?

Mientras seguía recorriendo el Museo me di cuenta de que había entrado por una puerta lateral y que estaba en la sección dedicada a la historia de la cultura popular. Obvio. Pero el ingreso equivocado y distraído me había provocado una inquietud.

¿Qué significan los héroes para nuestra colectividades? ¿A cuáles y por qué escogemos? ¿Cómo nos apropiamos de ellos? Más importante todavía… ¿qué efectos causa sobre nosotros -como individuos y como colectividades- el que reconozcamos a ciertos personajes, reales o ficticios, como nuestros héroes?

180px-Don_Quijote_and_Sancho_PanzaEsa inquietud me animó a buscar el Quijote, un referente fundamental más allá de España, y que toma en América Latina un innegable cariz político . Lo leí como nunca lo hice cuando me obligaron en colegio… con placer.  Reí muchísimo y confirmé lo que es un clásico. El Quijote sigue siendo actual en temática y en narrativa, y también en esta cosa tan difícil de desentrañar que es la simbología.  Don Quijote se ha convertido en un símbolo del idealismo más puro y generoso, y hay todo un vocabulario de connotaciones positivas que deriva de Quijote. Hay actitudes quijotescas, hechos que son quijotadas, personas que son quijotes. Murales, grabados, pinturas, esculturas y graffittis animan a imitar a don Quijote.  Es un verdadero héroe al que se nos propone imitar.

Probablemente muchos de los que usan esa imagen de el Quijote no han leído el libro y estoy seguro de que si Cervantes viviera hoy sería el primer sorprendido de la veneración política que se tiene de su personaje. Cervantes concibió al Quijote como un deschavetado con el cerebro carcomido por libros antiguos, y que sale en busca de aventuras como un Chapulín Colorado que intenta hacer el bien, pero al que todo le sale mal. Con frecuencia, causa más daños que beneficios a sus supuestos protegidos.

En las historias del Chapulín la casualidad endereza los problemas, pero en las de el Quijote quien lo hace es Sancho Panza, un don nadie, analfabeto e ignorante, sin mayores luces ni pretensiones, pero con un fuerte sentido de realismo. Sancho es el que sabe que los gigantes son molinos de viento,  así lo advierte, y luego termina curando al Quijote de su imprudencia. Sancho es el que sabe que las ovejas no son un ejército y es el que termina pagando a los pastores los daños causados por el Quijote. Sancho no puede evitar que el Quijote destruya las marionetas y luego tiene que ayudar a pagarlas… y así, el libro entero está construido sobre los daños causados por las buenas intenciones, y la fidelidad de Sancho para remendar los daños.

Sancho Panza no es solamente el necesario complemento de Don Quijote, sino que es también el hombre práctico y realista que no se propone enderezar entuertos, sino que lo hace… y endereza los entuertos que provoca el mismo Don Quijote con su ilusorio voluntarismo. Por supuesto, cae muchas veces bajo la seductora visión que le ofrece el Quijote, y sucumbre continuamente a las promesas de poder y bienestar que le ofrece para cuando sea gobernador. Y al final, también, es quien termina pagando los platos rotos por el iluso don Quijote.

Por supuesto que Don Quijote atrae las simpatías del lector. Es el personaje principal y sus aventuras son graciosas porque le animan ilusiones y todo le sale mal. Nadie como él demuestra la sabiduría del viejo refrán que dice: “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”.  Me pregunto, por eso, ¿qué revela de nosotros este culto al Quijote? ¿Qué nos dice el esmero con que nos dedicamos al rescate de el Quijote y la facilidad con que despreciamos e ignoramos a ese humilde representante del pueblo que es Sancho? ¿Será que solamente nos importan las intenciones pero no los resultados?

Cuando empecé a reflexionar sobre este tema pensé que el culto al Quijote era una forma de autoengaño colectivo. Ahora me temo que, al contrario, ese culto sea sincero y haga transparentes los valores que nos condenan a defender delincuentes o galeotes y a embestir molinos de viento, rebaños de ovejas y figuras de papel.  Está visto que Sancho aguanta y que los pastores, titiriteros, campesinos y molineros son tan tolerantes hoy como lo eran en tiempos de Cervantes.

Entre Superman y el Quijote, prefiero Sancho.

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4 Responses to “De Superman al Quijote”

  1. Anonymous Says:

    Interesante defensa de Sancho. Si Sancho detrás del Quijote iba sanando los entuertos del falso caballero… ¿qué sucedería si el que comandara los hechos fuera Sancho, pero siguiendo los consejos del caballero de los sesos secos por tanto libro leído? Uy! Ya encontré la respuesta! Para leerla, basta seguir los periódicos desde el 25 de enero de 2006… otra comedia para quienes la viven de fuera, otra tragedia para los que la sufren adentro, como en el mismo Quijote. Todo al revés pero es lo mismo… será el cambio que le dicen?

  2. turi Torrico Says:

    Primo querido: Como dice Serrat: la memoria es infiel.
    Pero recuerdo haber leído algo sobre el Quijote.
    (Punto aparte, según don Robero Letelier si uno había leído el Quijote y el Ulises de Joyce, habría leído todo.)
    Pero un autor-me repito, la memoria es infiel-denigró todo el valor que se atribuye a la obra de Cervantes.
    Tú, que eres el entendido, tendrias que buscarlo, vía internet, etc.

  3. Pedro-elArcano Says:

    Como yo lo entiendo…, el Quijote es el sueño, es la esperanza perdida, es lo esotérico de la conciencia.
    Sancho por otra parte, es el pragmatismo, el racionalismo, es en su burda personificación, la inteligencia primaria.
    No puedo decir con cual me quedo, creo que juntos son…, separdos son nada.
    O es que el hombre puede vivir sin sueños y solo ser racional; o no ser racional y solo soñar?.
    Uno es el complemento del otro para existir.

  4. Roberto Says:

    Caro Pedro… el Quijote en quien piensas es, justamente, el reinventado e idealizado, no el de la novela de Cervantes. No tengo objeción alguna a la idea de que todo ser debe plantearse aspiraciones superiores, sueños si quieres. Pero ellos deben ser también producto de la razón, ya que ésta es lo que hace humano al ser humano y, por tanto, es su rasgo superior. Por qué le llamas “inteligencia primaria”? Lo primario no es la inteligencia, sino el instinto. En fin… lo que la novela muestra, en realidad, es que un tipo más o menos racional y pragmático, como Sancho, incluso siendo muy ignorante, resolvía no solo sus problemas sino los que el supuesto “soñador” creaba.

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