Hace no mucho tiempo, las campañas electorales tenían que tratar un tema de manera directa: el de la lucha contra las drogas. La presión internacional, expresada en reuniones presidenciales, conferencias, acuerdos y convenios, obligaba a todos los partidos y candidatos a definir una posición. Los conflictos sociales también situaban el tema en un lugar central de la agenda política. ¿El consumo de drogas es un problema o más bien el reflejo de algunos problemas? ¿Es más eficaz erradicar los cultivos o regularizarlos? ¿Debe reprimirse al consumidor o legalizarse el consumo? ¿Es más eficiente controlar el tráfico internacional de drogas o la venta al detalle? ¿Puede legalizarse la coca pero combatir la cocaína? ¿En políticas, hay que diferenciar las drogas blandas de las duras?
Los dilemas eran incontables y angustiaban a partidos y candidatos. (more…)