La fiesta del rentismo está degenerando en una farra descontrolada, involucrando a grupos cada vez más grandes de la población en una dinámica de despilfarro de recursos que es inaceptable en un país con tantas necesidades como el nuestro. En Cochabamba piden un tren suspendido por encima del río Rocha, en Potosí hacen huelga demandando ser contratados en la planta de Karachipampa que no funciona desde 1979, se construyen aeropuertos internacionales sin contemplar estudios de tráfico aéreo y en La Paz inauguran las obras de un hangar presidencial. Los ejemplos se multiplican.
Este no es un problema de gestión ni responsabilidad del gobierno. Todos hemos caído en “la trampa del rentismo”.